2. Como todavía soy débil en el amor e imperfecto en la virtud, necesito que me fortalezcas y ayudes. Por eso, visítame con más frecuencia, Señor, y enséñame tus caminos de santidad. Líbrame de mis malas pasiones y purifica mi corazón de toda aflicción desordenada, para que, sano y robustecido en el corazón, sea apto para amarte, valiente para sufrir y constante para perseverar.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.