5. Agradece lo poco y serás digno de recibir cosas mayores. Aprecia mucho lo pequeño y lo despreciable tómalo como un don especial. Si se considera la dignidad infinita del que da, ningún don parecerá pequeño o vil. Porque lo que Dios regala nunca es pequeña cosa.
Aunque Dios dé penas y castigos, se los debemos agradecer, porque, todo lo que él permite nos acontezca, lo dispone para nuestra salvación.
El que quiera conservar la gracia de Dios, que le agradezca cuando él se la quite. En este caso, que la pida a Dios para que le sea devuelta, y sea humilde y precavido para no perderla.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.