4. El que en su actuar no busca la aprobación humana, demuestra claramente que se ha entregado a Dios. Porque, dice san Pablo, no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba (2 Cor. 10, 18).
La primera condición para ser hombre espiritual consiste, por lo tanto, en la íntima comunicación con Dios, y en lo exterior, no tener ninguna atadura.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.