Diagnosticar casos en un segundo y con una certeza del 99,9%, para los casos negativos, es el resultado principal de la investigación con caninos que lideran el grupo GRIPE de la Universidad de Antioquia y el Hospital San Vicente Fundación. En el proyecto participan, además, investigadores de la empresa Colina K-9, de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, y de la Universidad de Wisconsin-Madison, de Estados Unidos.
Después de 7 semanas de entrenamiento, los perros se sometieron a 92 experimentos en los cuales evaluaron un total de 9.200 muestras. Su asignación era discriminar los especímenes de los pacientes con covid-19 en medio de los especímenes de control, con el menor número posible de errores.
En la compañía Colina K-9 se seleccionaron seis perros, que en la pista acondicionada para tal fin y en compañía de sus entrenadores, recorrían y olfateaban las muestras que se aislaron en recipientes herméticos idénticos, de tal manera que de ellas saliera solo el aroma, para que el perro aprendiera a diferenciar el olor de un contagiado del de una persona libre del virus.
«Nuestros seis perros lograron, independientemente y como grupo, muy alta sensibilidad, especificidad, valores predictivos, precisión y razón de probabilidad, con intervalos de confianza muy estrechos. La métrica más alta fue la del valor predictivo negativo, lo que indica que —con una prevalencia de enfermedad del 7,6%— el 99,9% de las muestras señaladas como negativas por los perros no portaban el virus», escribió el médico Omar Vesga en una publicación científica internacional (https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.06.17.158105v1.full.pdf), para informar al mundo de los avances.
«El valor predictivo negativo del 99,9% implica que si el perro no señala una muestra, es altamente improbable (0,1%) que ese sujeto esté infectado por SARS-CoV-2», lo cual demuestra que estos animales, debidamente entrenados, pueden ser útiles para descartar, en apenas un segundo, la infección viral en seres humanos.
«Esta es una prueba validada con toda la rigurosidad científica. Al diagnóstico canino no se le había aplicado suficiente rigurosidad, hasta el año pasado cuando el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) lo aplicó para validar el empleo de perros como método diagnóstico de Candidatus Liberibacter asiaticus, un patógeno que destruye los cultivos de cítricos en el mundo entero. Aparte de ellos, nosotros somos los únicos que hemos validado el diagnóstico con canes entrenados, con la diferencia de que nosotros lo hicimos para detectar SARS-CoV-2», afirmó Vesga.
A esta fase in vitro seguirá, a partir de esta semana, la fase in vivo, en la que, con todas las medidas de bioseguridad adecuadas, se empezará el entrenamiento de los perros sobre personas aliviadas y asintomáticas.
«Los asintomáticos tienen las mismas cargas virales de los sintomáticos y por eso creemos que vamos a detectar asintomáticos, eso está en proceso. Pensamos que nos van a dar iguales resultados a la fase in vitro, no creemos que haya diferencias debido a la potencia odorífera que tiene el perro», aseguró el investigador de la UdeA.
Al terminar la primera fase se adelantaron pruebas moleculares de PCR en tiempo real, la prueba de mayor certeza existente, y se determinó que tanto perros como investigadores están libres del virus. Los científicos que participan en este proyecto se documentaron previamente sobre los riesgos de infección en los perros y encontraron que hay tres estudios que demuestran que los cánidos son inmunes al virus, y que solo el contacto muy estrecho conduce ocasionalmente (12%) a infección, que se autolimita sin causarle síntomas a los perros. Adicionalmente, el entrenamiento se basa en estímulos positivos, de tal manera que no se incurre en maltrato de ninguna índole a los animales.
La meta es crear un programa fácil de entrenamiento casero, de tal manera que muchas mascotas puedan contribuir a la detección de casos de covid-19, para que los infectados se aíslen hasta que se recuperen y no contagien a otras personas.
Fuente: Universidad de Antioquia