5. No confíes demasiado en sufragios de amigos y parientes, ni postergues para tiempos futuros tu conversación, porque los hombres te olvidarán más pronto de lo que piensas. Por lo tanto, más que confiar en las ayudas del prójimo, es cosa óptima proveer desde ahora, mientras haya tiempo, enviando delante de nosotros la mayor cantidad de bien posible. Si no eres solícito por ti ahora, ¿quién se ocupará por ti después?
Ahora es el tiempo muy valioso; ahora es el tiempo propicio, ahora es el día de la salvación (2 Cor. 6, 2). Pero… ¡Qué lástima! ¿Por qué no lo aprovechas mejor acumulando méritos para vivir eternamente? Llegará el momento en el cual pedirá siquiera un día o una hora para enmendarse y no sé si te será concedido.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.