Ha florecido otro guayacán por el camino hacia la casa, una, dos flores amarillas, un recuerdo tuyo, un lienzo, un pensamiento vagando, un olor a ti, un sentimiento inmortalizado en un libro, en el verso, en la poesía, en la palabra y en el hacer; he tomado una flor amarilla y la he guardado en mi libro favorito. No queda más, sólo colores, en cada flor, moradas, rosadas, blancas, tanta belleza, un viento frío, otra mañana en la hermosa Medellín, por sobre sus montañas se caen los primeros rayos de luz del sol, la niebla de este lado aún no desaparece, la ciudad de la eterna primavera, oh, a ti que me has enseñado tanto, que no salga el sol para unos pocos, que sea para todos, no queremos quedar en oscuridad, hoy, ni mañana ni pasado.
Oh Medellín, deja pues que sean eternos estos instantes donde la brisa acaricia mi cara y me recuerda que vivo, respiro y muero cada día.
Este no es el precio de vivir, este no es el valor de ser, esta no soy yo, este no eres tú, esta no eres, este no eres, no somos esto en el florecer.
Otro escrito, que me baste un solo suspiro para alcanzarte, que me baste pues un verso para decirte cuanto te amo, porque en serio te amo, que no me aparten de tu mirada porque mi alma se entrecoge, sobresalta mi corazón de tristeza, ahora no queda más que entregar el amor porque me llena de satisfacción, de alegría, me produce tranquilidad.
Esto soy, un puñado de flores, de sentimientos, de poesía, de te extraño mi amor, de versos en un cuaderno que tiene tu ser y un poco del mío.
Nosotros somos, en este mundo decadente, somxs en la naturaleza, somos, en el río, somos más que un concepto que nos define y nos encasilla, somos junto al todo, pero también a la nada.
Por: Sonrisa Del Agua