3. A veces sucede que sea un obstáculo para la comunión hasta la excesiva preocupación de tener un fervor sensible o porque se experimenta alguna inquietud o duda, relacionada con las propias confesiones.
Tú sigue el consejo de las personas prudentes y sacúdete de encima las angustias y los escrúpulos que constituyen un impedimento a la gracia divina y destruyen el espíritu de devoción.
No dejes la sagrada comunión por una pequeña turbación o debilidad; sino anda pronto a confesarte y perdona de corazón toda ofensa que hayas podido recibir de los demás. Y si tú fuiste el que ha ofendido a alguien, pide humildemente perdón y Dios te absolverá con total generosidad.
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.