1. Debes recurrir con frecuencia a la fuente de la gracia y la misericordia divina, al manantial de toda bondad y de toda pureza, para que puedas sanar de tus pasiones y vicios y ser más fuerte y más vigilante contra las tentaciones y los embustes del demonio.
El enemigo, conociendo el gran fruto y el gran remedio que se puede obtener de la sagrada comunión, se esfuerza de mil maneras y en todo momento pone obstáculos para apartar y alejar lo más que puede a las almas fieles y devotas de recibirla.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.