3. En verdad, los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia (Gén. 8, 21), y si no lo socorre la medicina celestial, inmediatamente cae en males mayores. La sagrada comunión aparta del mal y confirma en el bien.
Si ahora que comulgo, o celebro la Misa, soy muchas veces tan descuidado y tibio, ¿qué será de mí si no recibiera esta medicina y si no usara una ayuda tan eficaz?
Aunque no me sienta siempre digno y plenamente bien dispuesto para celebrar, haré lo posible para recibir a su debido tiempo estos divinos misterios y hacerme partícipe de gracia tan señalada.
El principal alivio que tiene el alma fiel, mientras va peregrinando lejos de ti en su cuerpo mortal, consiste en acordarse frecuentemente de su Dios y en recibir a su amado con espíritu de devoción.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.