13. Si este sacramento santísimo fuera celebrado solamente en un determinado lugar y por un solo sacerdote en todo el mundo, piensa qué gran deseo tendría toda la gente en acudir a aquel lugar y a aquel sacerdote, para verlo celebrar los divinos misterios.
Pero, hoy, son muchos los sacerdotes y Cristo es inmolado en muchos lugares, para que, cuanto más se halla difundida en el mundo la sagrada comunión, tanto mayores aparezcan la gracia y el amor de Dios hacia la humanidad.
Gracias, buen Jesús, pastor eterno, porque, con tu precioso cuerpo y con tu sangre te dignaste alimentarnos a nosotros, pobres y desterrados; gracias por habernos invitado a recibir estos misterios con las palabras salidas de tus labios: Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré (Mt. 11, 28).
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.