2. Todos buscan sus intereses personales (Flp. 2, 21); tú no pretendes otra cosa que mi salvación y progreso y todo me lo conviertes en bien.
Aunque algunas veces me expongas a tentaciones y contrariedades, todo lo ordenas para mi provecho, porque a tus elegidos los sueles probar de mil maneras, y en estas pruebas yo te debo amar y alabar no menos que cuando tú me colmas de alegrías celestiales.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.