8. Los santos estarán muy contentos y satisfechos si los hombres se conforman con lo que saben y suprimen los razonamientos vacíos.
Los santos no se glorían de los propios méritos ya que no se atribuyen ningún bien y todo lo dedican a mí, porque fui yo, en mi amor infinito, a darles todo lo que tienen.
Ellos están tan llenos de amor de Dios y tan rebosantes de gozo, que no les falta nada de gloria, ni nada les puede faltar de felicidad.
Los santos, cuanto más altos están en la gloria, tanto más humildes son en sí mismos, tanto más están unidos a mí y son por mí amados. Por eso se encuentra escrito que arrojaban sus coronas delante de Dios, postrándose sobre sus rostros delante del Cordero y adorando al que vive por los siglos de los siglos (Ap. 4, 10; 5, 14).
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.