4. Yo conozco al primero y al último y a todos los amo con amor sin límites.
En todos los santos se me debe alabar a mí y, en cada uno de ellos, hay que bendecirme y honrarme sobre todas las cosas porque yo los he engrandecido y predestinado sin que los hubiera precedido algún mérito personal. Por esto, quien menosprecia al más pequeño de mis santos, tampoco honra al más grande, porque yo hice al pequeño y al grande (Sab. 6, 7). Y el que injuria a alguno de los santos, me agravia también a mí y a todos los demás que están en el reino de los cielos.
Por el vínculo de la caridad todos los santos son una misma cosa, uno es su sentimiento, una sola la voluntad y todos se aman entre sí.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.