14. La naturaleza se complace en contar muchos amigos y parientes, se enorgullece de noble alcurnia y nacimiento, satisface a los poderosos, adula a los ricos y aplaude a los que le son iguales.
La gracia no procede de esta manera. La gracia ama aun a los enemigos y no se envanece de los muchos amigos, no da importancia al lugar de origen o al linaje del cual desciende, a menos que en ello no haya una virtud mayor. Favorece más al pobre que al rico, simpatiza más con el inocente que con el prepotente, prefiere la compañía de los sinceros que la de los hipócritas, exhorta siempre a los buenos para que aspiren a dones siempre más altos (1 Cor. 12, 31) y a parecerse, por sus virtudes, al Hijo de Dios.
Lea también: La gracia no aspira a ninguna cosa material
Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.