2. ¡Señor, adónde hemos llegado! Se llora por un daño material y se trabaja y se corre por una pequeña ganancia. En cambio, los perjuicios espirituales se olvidan y apenas a la larga se recuerdan.
Se considera mucho lo que poco o nada vale, y lo que es sumamente necesario, se omite con negligencia, porque el hombre entero se lanza hacia lo exterior y si prestamente no vuelve en sí, muy pronto decansará beatíficamente entre los bienes materiales.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.