1.Hijo, debes cuidadosamente obrar de manera que puedas, en cualquier lugar y en toda acción u ocupación externa, estar interiormente libre y dueño de tus actos para que todas las cosas estén sometidas a tu mando y no tú a ellas; y así puedas dominar y gobernar tus acciones y no ser como un siervo o un mercenario sino como un hebreo fiel que pasa de la servidumbre a la condición de heredero y a la libertad de los hijos de Dios.
Los hijos de Dios están por encima de las cosas presentes porque piensan en las eternas. Con ojo izquierdo miran lo transitorio y con el derecho lo eterno. No se dejan seducir por las cosas pasajeras, antes bien las usan y se sirven de ellas en forma que dispuso el supremo artífice que, en todo lo creado, nada ha dejado sin orden.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.