1.Señor, estoy necesitado de gracia aún mayor si he de llegar a donde nadie, ni nada, me pueda se de obstáculo porque, mientras alguna cosa creada me detenga, no puedo volar con libertad hacia ti.
Deseaba volar libremente aquel que afirmaba: ¿Quién me dará alas como de paloma para volar y descansar? (Sal. 57, 7).
¿Qué hay de más simple que la mirada de un ojo puro? ¿Y quién es más libre que aquel que nada desea sobre la tierra? Por lo tanto, es necesario elevarse sobre toda criatura, olvidarse completamente de sí mismo, despojar la propia mente de toda preocupación para ver que tú, creador de todo, no tienes ninguna semejanza con nadie.
Aquel que no se deprenda de todas las criaturas, no podrá libremente entregarse a las cosas divinas. Por eso hay pocos que llegan a la contemplación, porque pocos saben desprenderse del todo de las cosas creadas y perecederas.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.