2. No dependa tu paz de la boca de los hombres. No serás distinto de lo que eres porque ellos interpretan bien o mal tus acciones. La verdadera paz y la verdadera gloria están únicamente en mí.
Gozará de auténtica serenidad aquel que no se preocupa de agradar a las personas ni padece si les desagrada. Todas las inquietudes del corazón y todas las desviaciones de los sentimientos nacen del amor desordenado y del temor sin fundamento.
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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.